jueves, 13 de agosto de 2009

LA ESENCIA DEL DOLOR











¡Que los dioses y las fuerzas de la naturaleza se apiaden de mi, ya que el mundo no lo va a hacer... !
Desde su partida me fui hundiendo más y más, tanto, que llegué a traspasar los límites de la tierra, descendiendo hasta el mismísimo infierno de mi mente. Allí, fundida mi alma con el dolor, sólo deseaba que llegara el fin de mi existencia. Pero en ese maldito lugar, que es tribunal, prisión y patíbulo, quedé apresado sin alternativa al perdón. Mi espíritu se negaba a abandonar mi cuerpo, que era la única alternativa de liberación, por lo que tuve que soportar los más horribles martirios. Insoportables torturas que se eternizaban, que hacían brotar miles de lágrimas de pena, desde mi corazón. Jamás había vertido tantas lágrimas, ni había sentido tanto dolor, como el que llegué a padecer allí. Pero pasaron los días, el castigo se tornó parte de mi ser, mi cuerpo y mi mente se acostumbraron a el, y poco a poco e imperceptiblemente, llegó a ser una parte más de mi. Pasé de ser un hombre con depresión, a un alma en pena, nada había que cambiara mi condición, todos mis esquemas se habían roto, todos los pocos sueños que me podían quedar, se esfumaron con ella... Habían sido tiempos muy duros, yo me dejé llevar por la inercia, ella, por la desesperación...

A.S.P. 2009

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