lunes, 19 de diciembre de 2011

DE UN SUEÑO RECIENTE

Sábado 17 de diciembre de 2011.

El viernes fue un día ventoso que igual que traía recuerdos, se los llevaba...
Una atmósfera limpia, cristalina como ese paisaje que se ve a través de las ventanas, donde las montañas cercanas y mediocres en tamaño, no en importancia, hacen de frontera al más allá terrenal y físico; el mundo seguramente termina detrás de ellas, después, la nada. Es como un gran decorado, un perfecto diorama a tamaño real; todo está en su sitio porque la visión es global, no detallista. Un perfecto equilibrio solamente estorbado por los ruidos de siempre que corrompen esa interioridad especial que algunos creemos sentir.
Siento que la soledad es nuestro refugio, donde solo cabe la observación del exterior, a modo de turistas en otra dimensión, en otro plano de la existencia, esa forma de ver las cosas de una generación que se destinó al fracaso en todos los sentidos y que seguramente, los que podemos apreciar esta desgracia, en mayor o menor medida debemos ser los cronistas del suceso. No es un impulso a la perpetuidad, (a un legado personal), como he creído durante largo tiempo, es una obligación espiritual, que como un instinto animal, te empuja, te obliga, te desespera y te convierte en objeto para su propio uso, siendo nosotros, ajenos al sistema y a esas falacias llamadas historia, historia universal, etc., los que debemos dejar constancia de estos hechos. La verdadera historia es la que se vive cotidianamente, repleta sobre todo de injusticia, de sufrimiento, de dolor espiritual, y es esa precisamente la que obvian los manipuladores de esta realidad. Lejos de las grandes epopeyas holliwoodienses, de las vidas maquilladas de plásticos cuerpos y dorados triunfos, está los verdaderos artistas, que son los creadores; no de ilusiones, ni de sueños, no, creadores de verdaderas realidades vestidas de esperanza y de pureza. La parte divina de cada uno se vale de la imaginación para que, con un solo atisbo de pensamiento, se puedan crear infinitos universos o una simple partícula...

Condenados a estar solos?

Ante mi, a un palmo, el rostro de mi abuelo me contestaba a la pregunta. En el veía mi propia imagen, pero con el pelo corto y ese bigote de época. Era él, pero era yo mismo, y podía sentir sus pensamientos y comprender a lo que se refería, y aunque no estaba de acuerdo, creo que la solución del enigma se basa en dejar que las cosas sean... así de simple, cada uno es a su manera un perfecto compendio de un todo, solo que siempre destaca algún rasgo, alguna característica que puede agradar o desesperar, que puede interesar o angustiar, que puede absorber o desagradar, etc, etc, etc,...
Él, se refería a lo que conocía, a lo que fue su mundo o su existencia, dentro de los esquemas con los que se forjó su personalidad, sus creencias, su religión sus dogmas, etc... Yo lo comprendía, pero lo juzgaba con mis propias vivencias y estructuras mentales, con mi forma de ver el mundo. Por esa razón creía que él se equivocaba, que su respuesta a mi pregunta era sincera, pero que él verdaderamente desconocía toda la trascendencia de lo que estaba diciendo... Ahora, después de varias semanas de aquel sueño, pienso que el gran error es creer que todos pensamos de la misma forma, que sentimos lo mismo, que nos movemos a grandes rasgos por unas estructuras genético-mentales similares, pero no, pienso que cada persona, es la culminación de una creación, el máximo exponente de una historia... Y al igual que en este diorama en el que me encuentro, la historia personal de cada ser humano, es sin duda su percepción o alineación con la existencia, con su existencia...

Yo - ¿ Cual es el sentido de la vida?
Mi abuelo - Vivir...

Si la soledad, como camino elegido, es el nuestro, por más que nos emperremos en ir en contra corriente, acabaremos solos... de otra manera, no será nuestra existencia sino algo más que una continua tortura, un eterno sufrimiento, un dolor anímico infernal, en un mundo maravillosamente convertido en averno por la inconsciencia de todos... En el momento que dejamos que las cosas sean, nos alineamos con la Vida, se produce ese cambio, esa “iluminación”, que se transforma en el gran regalo de la paz interior, que no es ni más ni menos que un estado del espíritu...
Que corra pues, que se desespere o que sufra, quién quiera hacerlo, porque solo son conceptos, objetos mentales los que mueven sus vidas...

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